martes, 22 de abril de 2008





Estuve hablando con este señor como una hora.
Me explicaba que hace 30 años le sucedió lo que explica en la pancarta y 15 años atado a una cuerda al cuello enfrente del palacio de justicia.

Le dije si no estaba cansado de esta historia, pues aunque entendía su rabia, el tenia que vivir los días que le quedaban disfrutando de sus hijos y nietos, que es lo que le quedaba, pues su mujer falleció de una depresión con todas las consecuencias que esta enfermedad conlleva.

Me contestó que aunque tenía razón y sus hijos se lo aconsejaba: ¿¿Y el orgullo? Les voy a dar la razón?

¿¿En realidad el poder judicial esta de esa manera? ¿Podemos hacer tanto daño por dinero, por poder?

Me temo que si, pues que la muerte nos pille con la conciencia limpia.

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